El uso generalizado de fibras recicladas de papel y cartón no se dio hasta 1960. El papel recuperado se recoge en: convertidores de papel, distribuidores, impresores, consumidores e instituciones públicas.
Si el papel está impreso, hay que separar las tintas y otras sustancias de las fibras porque pueden afectar a la fabricación o propiedades del papel resultante. Esta operación se realiza solo cuando se fabrican papeles blancos.
El papel recuperado se desintegra en un pulper a una consistencia de entre un 5% y el 18%. Esta operación se denomina pulpeo. Para ello se emplea:
- Sosa cáustica, para que las fibras hinchen más rápidamente y que el desprendimiento de las partículas de tinta se más efectivo.
- Silicato sódico, para que la dispersión de las tintas sea mejor y prevenir la disposición posterior.
- Peróxido de hidrógeno, para compensar el amarilleamiento que produce la sosa sobre las fibras de pasta mecánica.
Las fibras obtenidas se denominan fibras secundarias aunque también se las conoce con el nombre de papelote. Para que un papel se considere reciclado debe tener en su composición, como mínimo, un 75% de pasta recuperada. El proceso de reutilización de fibras para reciclar puede llegar a ser de hasta 8 veces.
Las fibras recicladas tienen una función muy importante como sustitución de fibras virgenes. La generación de de residuos sólidos aumenta cada año, por lo que la reducción de éstos y el reciclado son elementos muy importantes para contribuir a unas artes gráficas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
